HA TERMINADO EL VERANO


Siento correr por las venas del campo

un jinete nocturno enmascarado.

La noche. También galopan en caballos robados

los cuatreros arreando los vacunos.

Surgen los trenes. Las reces dormidas se levantan

allá en los grandes galpones de madera.

Una sombra va saltando los cercos.

Esta fue una mañana campesina:

Relinchos, balidos, vacas de pródigas ubres,

aún deben andar a orillas del río

las ordeñadoras, curvadas con el peso de los baldes.

Es la noche de nuevo. Mi abuelo se levanta

rehecha su manera antigua,

y observa, como ayer, al trigo.

Debe andar mi abuelo por los campos recién abiertos

Hablando con los pinos, espantando gorriones.

Mi abuelo tiene voz profunda, aprendida del tiempo. 

El campo está solo, tembloroso. Y él lo mira.

El vino es un joven bonachón y alegre.

Sucede que quiere iluminar la noche

y baja a las aldeas, envuelto en una manta.

La mañana tiene olor a pan amasado.

La ropa recién lavada dice "adiós" en los patios.

Pero es de noche. Un fantasma penetra en la leñera.

Una casa se quiere esconder del cielo.

Un campesino mira hacia arriba:

Más allá de las nubes viene el granizo,

bandolero blanco, asaltante de los huertos.

Y es la noche.

Va a penetrar al pueblo

un jinete nocturno, enmascarado


UN JINETE NOCTURNO EN EL PAISAJE

Jorge Teillier. De Para Angeles y Gorriones, 1956.